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De manera significativa, la gran inversión económica en países como Argentina no estuvo acompañada de financiamiento estatal británico en la arqueología del noroeste del país, donde se encontraban sitios incas. En contraste con la falta de interés por parte del estado británico, Francia, siguiendo el modelo continental de tratar con antigüedades de las Grandes Civilizaciones que era apoyado por la intervención estatal, ya había prestado atención a la arqueología precolombina desde la época de la independencia latinoamericana. Esta atención no era independiente de las aspiraciones coloniales francesas en el continente americano, incluyendo partes de Canadá y Estados Unidos (Luisiana) en América del Norte, durante el siglo XVIII, lo que ya había resultado en la organización de varias expediciones científicas. A medida que el Imperio Español se debilitaba, los franceses exploraron y cartografiaron California, así como otras partes del continente. Una de las primeras demostraciones de interés francés en la arqueología latinoamericana fue en 1825, cuando la Sociedad Geográfica de París organizó un concurso para la mejor contribución a la arqueología o geografía o el mejor relato de un viaje en América Central (Bernal 1980: 104). En 1826, el estado francés también pagó una pensión a Jean-Frédéric de Waldeck, quien para entonces había visitado ruinas toltecas y aztecas tras haber trabajado como ingeniero en minas de plata mexicanas, para estudiar Palenque y Uxmal. Publicó "Voyage archéologique et pittoresque dans la Yucatan" (París, 1837) y, con Charles Étienne Brasseur de Bourbourg (1814–74), "Monuments anciens du Mexique, Palenque, et autres ruines de l’ancienne civilisation" (1866). La obra de Carl Nebel (1805–55) (nacido en Alemania pero a menudo descrito como francés) también pertenece a los primeros años del recién independizado México: "Picturesque and Archaeological Journey through the most important part of the Mexican Republic from 1829 to 1834" (1836). El interés imperialista de Francia en América Latina fue acompañado por una importante atención académica hacia las antigüedades de la zona. El Louvre abrió una galería de antigüedades latinoamericanas, principalmente de México y Perú, en 1850 (Bernal 1980: 132; Williams 1993: 132), y un catálogo—el primero de su tipo—se publicó al año siguiente. En él, el anticuario Adrien de Longpérier explicó que los materiales precolombinos provenían de una civilización "prácticamente totalmente desconocida" de carácter altamente “peculiar” (en Williams 1993: 132). En 1857, Francia apoyó una expedición a México y América Central por el explorador y fotógrafo Désiré de Charnay (1828–1915), que fue directamente inspirada por la de los estadounidenses Stephens y Catherwood (ver más abajo). Como resultado, se publicó "Cités et ruines américaines" (1863), con información y fotografías de varios sitios mayas (Davis 1981). Contrario a su apariencia inicial, los objetivos de dichas contribuciones al conocimiento producidas por comisiones científicas iban más allá de la ciencia. Esto se demostró más que nunca en 1864, cuando Francia invadió México con el objetivo de establecer al Archiduque Habsburgo Fernando Maximiliano de Austria como Emperador de México. Junto con el ejército, una comisión...