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------------------ En la década de 1880, Renan combinó su trabajo en el corpus con obras de erudición, siguiendo una tendencia que había comenzado con su libro tremendamente controvertido Una vida de Jesús (1863), en el cual presentó una imagen animada y precisa del paisaje del Nuevo Testamento (Moorey 1991: 17). Este sería el primero de una serie de siete libros, el último publicado en 1882, en los cuales la historia de la Iglesia Cristiana fue explicada en orden cronológico. Luego empezó a escribir una Historia de Israel (1887–91), produciendo tres volúmenes. La historiografía fenicia se entrelazó con la miríada de imágenes desarrolladas por los estudiosos del siglo XIX, algunas de las cuales tenían raíces mucho más antiguas (Liverani 1998). Estas estaban en gran parte conectadas al crecimiento del antisemitismo. La animosidad contra los judíos había estado creciendo desde principios del siglo XIX, y aumentó en sus últimas décadas. La creencia en los arios como la raza humana superior colocaba a los demás en un rango inferior. Los fenicios fueron descritos como un pueblo semítico junto a los judíos y, por lo tanto, considerados inferiores. El historiador francés Jules Michelet, por ejemplo, en su Histoire romaine de 1831 había descrito a los fenicios como ‘un pueblo que era duro y triste, sensual y codicioso, y aventurero sin heroísmo’, y cuya ‘religión era atroz y llena de prácticas espantosas’ (en Bernal 1987: 352). Los fenicios eran conocidos por los estudiosos como los enemigos de los antiguos griegos y romanos (en las Guerras Púnicas). También fueron criticados debido a la práctica del sacrificio infantil descrito en fuentes bíblicas (Jeremías 7:30–2) y clásicas. Joseph-Arthur, conde de Gobineau (1816–82), había escrito sobre ellos en su Essai sur l'ine ́galite ́ des races humaines (La desigualdad de las razas humanas) (1853–5): ------------------